LAS MISIONES DE LA SIERRA DE SAN PEDRO MÁRTIR:
Santo Domingo de la Frontera y San Pedro Mártir de
Verona
Texto y fotografías
por: Luis Manuel Guzmán Muñoz
y llenos de historia, como en el
centro de la república. Todos, son atractivos y en algunos casos son poco
accesibles. Muchos están a corta distancia de nuestros hogares, y otros, a días
de distancia, y podemos casi afirmar que en su mayoría son desconocidos.
Cuando hablamos de la conquista de la península
bajacaliforniana debemos recordar que ésta, tuvo como pilar fundamental la
construcción de misiones. Esta actividad que se dio en Baja California, inicio
hace unos 300 años, cuando estaban en
apogeo las exploraciones para buscar sitios estratégicos y nuevas tierras en el
Nuevo Mundo. Algunos de los requisitos principales, que debían reunir los
sitios, era, que debían tener agua, tierras para la agricultura y suficientes
indígenas a quienes evangelizar.
Normalmente esta tarea, era llevada a cabo por
extranjeros venidos de Europa, que detrás de sí dejaban una forma de vida muy
distinta, a la que encontraban en estos territorios. Sin embargo, esto no fue
motivo para dejar de explorar, fundar misiones y difundir la fe cristiana en
toda la región peninsular. Para el éxito de esta labor, es necesario mencionar
la participación de los indígenas, que fueron los encargados de dejar los
caminos abiertos, que sobre la marcha iban construyendo para el tránsito de
proveedores y visitantes que vendrían posteriormente.
Sierra poblada de pinos en las montañas de Baja California Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Cada una de las exploraciones eran documentadas para
informar de los hechos a la corona española. Actualmente existen cientos de
documentos guardados en los archivos de la nación, esperando a ser estudiados y
analizados por profesionales para estudiar, inferir, conocer y re-explorar lo
que ya teóricamente conocemos.
Re-explorar es una actividad interesante y
emocionante, en el municipio de Ensenada se construyeron, trece misiones, todas
ellas fundadas por frailes jesuitas, franciscanos y dominicos, de las cuales,
ocho quedan a pocas horas de camino de nuestra ciudad.
La construcción de las misiones tuvo sus altas y
bajas, en algunos casos por falta de dinero y apoyo, y en otros, por cuestiones
políticas que afectaron considerablemente el desarrollo de la fundación de
misiones. Ya a mediados del siglo XVIII los españoles ya tenían un claro
panorama de que la península era la columna vertebral para avanzar y conquistar
por tierra la parte oeste del continente. Para ello se dedicó mucho esfuerzo y
dinero para poder expandir los territorios, en 1766 el padre Wenceslao Linck
realizó la última y más importante expedición que hicieran los jesuitas.
Encontraron sitios estratégicos para el establecimiento de nuevas misiones,
Huiricata fue el sitio donde posteriormente establecieron la misión de San
Fernando Rey de España Velicatá, en el año de 1769. Además durante este tiempo exploraron
la región de la sierra San Pedro Mártir.
Por cuestiones políticas la orden Jesuita fue
expulsada de los dominios de España en 1768 siendo los franciscanos quienes sustituyeron
a los jesuitas.
En ese mismo
año los dominicos solicitaron se les concediera permiso para fundar misiones en
la California, finalmente en 1772 llegaron a un acuerdo que beneficiaba a ambas
partes. California se la dividieron en dos, los dominicos iban a trabajar entre
la misión de San Fernando Rey de España Velicatá y San Diego, y partir de ese
punto norteño, los franciscanos iban a continuar. Este fue un acuerdo que permitió
continuar y avanzar notablemente en la fundación de misiones.
Una vez que se iniciaron nuevamente los trabajos de
exploración, los dominicos pusieron especial atención a un sitio que llamaron Viñadaco,
ahí decidieron fundar una misión, y pensaron, en que ésta fuera el enlace y
punto de partida para otras exploraciones. La misión que fundaron ahí en 1774
fue Nuestra Señora del Rosario, de este lugar estratégico se planearon las
siguientes misiones: Santo Domingo de la Frontera y la de San Pedro Mártir de
Verona.
Santo Domingo de la Frontera Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Para 1775 se fundó la misión de Santo Domingo de la
Frontera, por los padres Fray Manuel García y Fray Miguel Hidalgo (homónimo del
padre que inicio la independencia en 1810), sin embargo en 1798 la misión fue
trasladada seis millas arriba, al sitio
donde actualmente la conocemos.
Hoy en día el acceso a las ruinas de la misión de
Santo Domingo de la Frontera se localiza a 9 kilómetros al Sur del poblado de
Camalú, la desviación se encuentra sobre la carretera transpeninsular que
indica su ubicación. El viaje es corto, sobre un camino de terracería que se
encuentra en buenas condiciones.
Misión de Santo Domingo de la Frontera Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Misión de Santo Domingo de la Frontera Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Misión de Santo Domingo de la Frontera Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
De dicha misión solo quedan algunas paredes que han
resistido al paso del tiempo y, el camposanto adornado en la entrada con un gran
arco color blanco. Existen grandes áreas
de cultivo, donde seguramente alguna vez también fueron las tierras de
cultivo de los misioneros donde produjeron maíz, garbanzo, frijol, nopales,
aceitunas, granadas, peras y uvas. Además del comercio de pieles de nutria y
sal, entre otros. Todavía en algunos ranchos aledaños a la misión, aún
conservan arboles viejos de higos y olivos que probablemente datan de la época
misional.
Una de las tradiciones que se han mantenido, es
realizar la bendición del lugar el día del santo que dio motivo al nombre de la
misión. Este evento conocido como “fiesta misional” se celebra el 4 de Agosto
de cada año, es organizada por los habitantes de la localidad. Las actividades
que se realizan en dicha fiesta son variadas, se levantan carpas donde se
instalan puestos de venta de comida, concursos de lotería y otros juegos
propios de las ferias. La actividad más emocionante que se realiza en la fiesta
es, sin duda alguna, el jaripeo, donde participan vaqueros del Estado y de la
región.
Utilizan vestimenta propia para la actividad, y en
especial mención las chaparreras que protegen en su totalidad a las piernas una
vez preparados, montan a los caballos broncos, cuya única finalidad es intentar
domarlos, los vaqueros tienen en mente que sino los dominan, saldrán disparados
hasta caer al polvoriento ruedo.
La festividad cobra aún más vida, con los conjuntos de
música norteña que tocan sin parar hasta altas horas de la madrugada. La fiesta
es una forma de distracción y esparcimiento entre la gente dedicada a las
pesadas labores del campo y así como a los moradores de poblaciones aledañas.
Durante los festejos, se reúnen las familias enteras a convivir, e incluso
aprovechan la presencia del padre encargado de oficiar la misa al santo, para
que sus hijos sean bautizados. Algunas de estas familias tienen su origen en el
siglo XIX y conservan interesantes anécdotas que contar.
Esa misión fue abandonada en 1859, debido a que las
epidemias que ocurrieron entre 1800 y 1818, causaron que disminuyera la
población y se calculó que en 1794 había 350 personas conviviendo en Santo
Domingo.
MISIÓN DE SAN PEDRO MÁRTIR DE VERONA
En el mismo año que se fundó la misión de Santo
Domingo los dominicos exploraron la sierra de San Pedro Mártir, sin embargo tuvieron
que pasar 18 años para que el sitio fuera nuevamente visitado. En 1794 se fundó
la misión de San Pedro Mártir de Verona por el padre Fray Cayetano Pallas, sin
embargo la misión duro poco en su sitio original y se tuvo que trasladar a otro
paraje conocido como Ajantequedo donde
actualmente la podemos visitar.
Haciendo una comparación con la misión de Santo
Domingo de la Frontera, podemos decir que la situación es muy distinta. San
Pedro Mártir de Verona esta lejos y es de difícil acceso, debido a su lejanía,
ha sido prácticamente olvidada. Sin embargo, sigue siendo un sitio atractivo
para los amantes de la historia y la naturaleza. El viaje para llegar al valle
de la misión es largo, la mitad del camino se puede recorrer en vehículo y la
otra mitad se recorre a pie en condiciones de terreno muy escabrosas.
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Mina de Valladares Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Dentro de dicho trayecto se pueden visitar 3 sitios,
el primero es Valladares, lugar donde el tiempo ha hecho una pausa en la época
minera de finales del siglo XIX. Los grandes túneles cavados por los mineros
nos hablan de como la fiebre por el oro los llevó a las entrañas de la tierra
para extraer tan preciado metal. Algunas casas, el cementerio y la maquinaria
abandonada son parte de este paisaje peculiar que ahora espera silenciosamente
a solitarios gambusinos. El segundo, es el rancho San Antonio, a partir de ahí
se empieza el recorrido a pie, en ese lugar la madre naturaleza ha hecho una
gran labor, el arroyo cuyo nombre es el mismo al del rancho, alberga a la
trucha Arco Iris. Durante la época de migración llegan a ese lugar parvadas de
patos a tomar un descanso, y alimentarse. La variada vegetación de la península
tiene su punto de reunión en San Antonio de los Murillo, los pinos de la
sierra, la manzanita y nopaleras silvestres con cardones típicos del desierto
ofrecen una visión extraordinaria, todo se conjuga para mitigar el cansancio de
los viajeros, es algo muy especial.
Muy cerca de
ahí, se encuentra el final de las cascadas del Chorro que se originan en los
altos de la sierra San Pedro Mártir, sitio donde Fernando Jordán hizo el
descubrimiento de lo que se creía era una casada de cientos de metros.
Rancho San Antonio de los Murillo. Sierra de San Pedro Mártir. 1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Rancho San Antonio de los Murillo. Sierra de San Pedro Mártir. 1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
El tercero, son
las ruinas del rancho San Isidoro, que en un tiempo se usó para guardar ganado.
Hay un corral grande que lo utilizaban los vaqueros cuando bajaban las vacas de
la sierra, en la temporada de las “campeadas”, esta tarea duraba hasta dos
meses. En una charla con el Sr. Roberto Sáenz Barraza, residente actual de El
Sauzal de Rodríguez y viejo vaquero de la zona de San Pedro Mártir, fue uno de
los que hicieron adobes para la casita de San Isidoro. En ese mismo lugar pasa
el arroyo del Horno, nombre que fue dado por la presencia de estructuras de
rocas que servían para fundir y separar el oro de una mina cercana.
El Horno. San Isidoro. Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
San Isidoro. Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
San Isidoro. Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Al Este del
sitio San Isidoro, está el camino real que bordea en “zig-zag” los barrancos y
cantiles que delimitan a la sierra y nos conduce directamente a la misión de
San Pedro Mártir de Verona.
Camino Real hacia la misión de la Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Camino Real hacia la misión de la Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Camino Real hacia la misión de la Sierra de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
El camino real, después de subir la parte escabrosa,
es amplio y bien definido a pesar que tiene más de 150 años sin usarse
permanentemente. Cuando se llega al valle de la misión lo primero que se
observa es su forma de embudo, al principio es amplio, mientras que al final es
muy estrecho. A lo largo de todo el valle y en la parte central, lo corta un
arroyo de aguas cristalinas mientras que en el perímetro del valle hay pinos
muy frondosos y majestuosos. A causa de la abundante agua existe mucha humedad,
que a simple vista es visible. Esto ha originado que en la mayor parte del valle
existan pastizales, enormes helechos y gran cantidad de musgos, esto, confirma
la fertilidad de la zona, misma que motivo a los misioneros a establecer la
misión en ese sitio. Los restos de la misión se encuentran en la parte Oeste
del Valle, en la parte más ancha y amplia. Casi en la parte central pegado a un
costado del valle existen las paredes de lo que fue una cabaña, los restos están
bien conservado, no se tratan de restos misionales. Roberto Sáenz Barraza,
afirma que esa cabaña fue construida por el Sr. Cenobio Arce, tío de un sobrino
de Roberto. Dicha cabaña la utilizaban para las “campeadas”.
Cabaña que según en comunicación personal de Roberto Arce. Construyo Cenobio Arce. 1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Helechos grandes y frondosos en el valle de la Misión de San Pedro Mártir.1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Helechos grandes y frondosos en el valle de la Misión de San Pedro Mártir.1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
El valle de la misión tiene un inmenso atractivo
natural e histórico, el encanto de este paraje ha hecho surgir leyendas, desde
los aparecidos o jinetes a caballo, hasta aquellos que cuentan acerca de un
tesoro que escondieron los misioneros, en un lugar conocido como “La piedra del
Diablo”. En realidad la misión se ha visto seriamente afectada por el paso del
tiempo, hoy en día sólo se pueden observar montículos de tierra de lo que
alguna vez fueron las paredes de adobe.
Restos Arqueológicos en la Misión de San Pedro Mártir. 1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Restos Arqueológicos en la Misión de San Pedro Mártir. 1990 Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Sin embargo, aún se puede calcular la dimensión de la
construcción, todavía se encuentra en buen estado, parte de lo que fueron los
cimientos, incluso, con un excelente estudio histórico y arqueológico se podría
reconstruir esquemáticamente la misión, desde donde estaba el altar, las
bodegas, los dormitorios, etc. En un costado, está el cementerio de la misión,
delimitado por un muro muy bien conservado, se pueden ver los amontonamientos de
piedras donde señalan cada una de las tumbas, la vegetación que ha crecido en
esa área ya ha cubierto gran parte del cementerio.
Misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Tumbas olvidadas en la misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Tumbas olvidadas en la misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Tumbas olvidadas en la misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Cementerio en la misión de San Pedro Mártir. 1990. Foto: Luis Manuel Guzmán Muñoz |
Por las noches se puede observar un cielo hermoso y
totalmente “estrellado” y claramente se ve la vía láctea, además sólo se alcanza
a escuchar el susurro del viento. Tal vez esto fue lo que más extrañaron los
misioneros cuando tuvieron que abandonar el lugar en 1824. Dos causas fueron por
las que abandonaron la misión, el aislamiento y la poca población. Los pocos que quedaron se
tuvieron que trasladar misión de Santo
Domingo, donde seguramente no volvieron a escuchar el susurro del viento entre
los pinos.
El tiempo se ha encargado de que se olviden estos
sitios hermosos, a pesar de que son históricamente muy importantes, estos
lugares son el patrimonio cultural de nuestro Estado, cuando llegues a estar en
alguno de ellos consérvalo y cuídalo, son tuyos y de tus hijos.
Nota: Este artículo ya fue publicado en: Voces de la Península: Revista de Geografía e Historia de Baja California. Número 1, año 2003 Enero - Marzo. El material fotográfico es actualizado y son inéditas ya que no fueron publicadas en el artículo original u otro medio. Puedes usar la información y material fotográfico siempre y cuando no se persigan fines comerciales, políticos o de lucro mencionando la fuente y autor. Gracias.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Del Barco Miguel. 1988. Historia Natural y Crónica de la Antigua
California. Edición y estudios preliminares de Miguel León Portilla. Instituto
de Investigaciones Históricas de la UNAM, México, D.F.
Mathes, Miguel. Las misiones de Baja California. Publicado por el
Gobierno del Estado de Baja California Sur y el II H. Ayuntamiento de La Paz. Editorial Aristos
SA de CV. 1977.
Nieser, Albert B. 1998. Las fundaciones Misionales Dominicas en Baja
California 1769-1822. Universidad Autónoma de Baja California. (Colección, Baja
California: Nuestra Historia. Tomo 14.)